Un estudio sobre El milagro de Anaquillé

Por Yuri Rodríguez

Un significativo estudio sobre el ballet coreográfico El milagro de Anaquillé, de Alejo Carpentier ha enriquecido con nuevas luces la percepción crítica que hasta la fecha había tenido esa obra. El milagro de Anaquillé, escrita por el narrador cubano en 1927 y cuya música estuvo a cargo de Amadeo Roldán, reflejó aspectos del acontecer sociocultural cubano en la segunda década del pasado siglo, como se puede observar en su libreto en que interactúan elementos del campo cubano (trabajadores cargadores de caña, guajiros, el baile del zapateo, un central azucarero), tradiciones afrocubanas (rito abakuá) e indicios de la presencia estadounidense en Cuba, (un hombre de negocios-cineasta, el jazz, la atmósfera y los procedimientos hollywoodenses).

Este ballet afrocubano, como lo denominó su autor en más de una ocasión, ha pasado un tanto relegado frente a la colosal obra narrativa y periodística carpenteriana. Sin embargo, en 1937 cuando Carpentier decidió publicarlo en la Revista Cubana, apuntó su estimación por este género al considerarlo un medio adecuado para fijar y transcribir un grupo de aspectos interesantes de nuestro folklore en gestos, cantos, coros y ritmos. Es oportuno observar que esta publicación coincide con el periodo en que Carpentier, tras considerar que en su novela ¡Écue-Yamba-Ó! (1933) había tratado epidérmicamente la cosmovisión de los negros en Cuba, decide comenzar un ciclo de lecturas sobre América, con el fin de profundizar en la cultura y la historia continental. Ubicada en esa etapa, la aparición editorial de El milagro de Anaquillé significó un acto de legitimación literaria del autor, una prueba de su convicción acerca de los valores de esta obra, dignos de ser conocidos por la crítica y el público en general.

Sin estrenar hasta 1960 por la carencia de cuerpos coreográficos en Cuba, El milagro de Anaquillé fue llevado a escena bajo la dirección del por esos años joven coreógrafo Ramiro Guerra. En esa ocasión, Carpentier observó la extraordinaria actualidad de la puesta atendiendo a la calidad de su música y a la vigencia de su asunto. Así, la eficaz representación de tradiciones y circunstancias socioculturales cubanas, hacían a Carpentier valorar el brío del libreto, capaz de generar nuevos acercamientos y relecturas a espectadores y estudiosos.

Resulta alentador, entonces, comprobar que en la actualidad fructifiquen estudios asistidos de una mirada contemporánea, empeñados en ahondar en aspectos y zonas poco tratados de este ballet. Es el caso del artículo “El cuerpo danzario del otro racial en El milagro de Anaquillé (1927): ballet de vanguardia y etnografía de la performance afrocubana” , del investigador Lester Tomé, publicado en Studies 46 (2017), que revalúa y profundiza sobre los nexos de esta obra con el panorama político y artístico cultural de los años en que fue creada ratificando su lugar en el frondoso corpus carpenteriano. Texto enjundioso y revelador, reseñamos algunos de sus aspectos distintivos, a manera de invitación a su lectura.

Constituye una premisa del estudio de Tomé ilustrar que El milagro… expresó algunos de los planteamientos formulados en el manifiesto programático que el Grupo Minorista dio a conocer en 1927, el cual fue también firmado por Carpentier. De esa forma, apunta que en el libreto se censura la penetración estadounidense proliferante en Cuba por esos años, así como la incorporación de expresiones de las tendencias del teatro de vanguardia internacional, aspectos que identifica con los pronunciamientos del mencionado manifiesto. Igualmente, el estudio advierte que la focalización de las tradiciones afrocubanas presentes en el ballet también formaron parte de las implicaciones políticas de la obra, pues además de puntualizar el papel que desempeña ese legado como cantera nutricia de la cultura cubana, implicó una actitud beligerante frente al orden social imperante, sustentado, entre otros pilares, en la discriminación racial.

Otro de los propósitos del análisis, -según lo formula Tomé- examina la relación de El milagro… con la política cinematográfica, balletística y etnográfica, en un recorrido contextual que repasa y fundamenta los criterios y conocimientos socioartísticos actualizados de Carpentier en esa época. De tal forma, interpreta El milagro… como el medio del que se valió el autor de El siglo de las luces para participar en una controversia que tenía lugar entonces acerca de la visión colonialista con que el cine reflejaba los temas latinoamericanos y no occidentales así como igualmente considera que este ballet contribuye a clarificar la posición del narrador frente a los conceptos de civilización y barbarie en relación con occidente y las regiones periféricas. Por esa línea, percibe en El milagro… una intención de parodiar los filmes colonialistas, el propósito de señalar la naturaleza performativa del exotismo y el primitivismo al ser llevadas a la escena cinematográfica y la persistencia del cine para captar los cuerpos danzantes no occidentales, identificados en el libreto por la representación del ritual abakuá.

Otra cuestión tratada por el cine colonialista que localiza este estudio en el ballet de Carpentier es la distancia que existe entre el pasaje de la manifestación abakuá y el público occidental que lo observa, pues considera que fuera de su contexto esas expresiones culturales se interpretan ajenas a lo normal y cercano a lo monstruoso, de acuerdo al rasero occidental. Asimismo, señala que en El milagro… aparece una oposición racial entre los nativos (representada por los participantes del ritual abakuá) y los actores blancos (transformados con la saya hawaiana y la piel de tigre), entre otros procedimientos que cierto cine colonialista había puesto de moda en las pantallas y que Carpentier riposta en su ballet.

No menos interesante de este estudio resultan las apreciaciones acerca del nexo que El milagro… sostiene con el devenir del ballet. Para ello, puntualiza algunos aspectos que revelan el interés del joven Carpentier por el arte danzario: la información actualizada que poseía a través de las revistas francesas sobre lo que estaba sucediendo en materia de ballet en Europa, sus criterios acerca de las cualidades del ballet vanguardista, así como la meridiana concepción que el escritor abrigaba acerca del papel del libretista, el cual para cumplir eficazmente su función debía tener en cuenta las exigencias de la representación teatral en su totalidad.

Luego, el análisis observa el diálogo que El milagro… establece con la revolución estética del ballet en la época. Ubicada contextualmente en un momento de cambio en el desarrollo danzario, el estudio percibe la reacción de El milagro… contra la tradición de exotismo hedonístico de ambientes orientales que llegó a esquematizar las locaciones no europeas. A ese exotismo, conviene el estudio, se contrapuso Carpentier en El milagro… con un lenguaje de vanguardia y con una visión revolucionaria de la escena teatral.

El texto de Tomé analiza también códigos, recursos y aspectos propios de la vanguardia, presentes en los ballets La consagración de la primavera (1913) y Parade (1917), que, en su entender, influyeron en el libreto del cubano. Así, por ejemplo, encuentra cierta correspondencia entre el rito pagano de La consagración de la primavera y la ceremonia abakuá que transcurre en El milagro…, mientras, observa que los presupuestos que ostentaba Parade acerca de una perspectiva anticonformista de la vida moderna y los valores alienados así como el criterio de que el ballet también podía ser utilizado como un medio de crítica social y cultural, ayudaron a Carpentier en la concepción de El milagro. Igualmente, el estudio se adentra en analizar recursos vanguardistas presentes en Parade que considera empleados por Carpentier en El milagro… como, entre otros, el absurdo, la sátira y lo grotesco, cuestiones a tener en cuenta a partir de ahora por la crítica.

Otro punto de atención del estudio esclarece el vínculo que El milagro… establece con la etnografía. Así precisa la manera en que Carpentier y Amadeo Roldán estudiaban mediante la observación directa la música, los bailes y la ceremonia abakuá, al tiempo que enmarca estas acciones como los pasos iniciales de la etnografía en la cultura afrocubana. Momento en que el desarrollo de la ciencia etnográfica se encontraba en un estado embrionario, el estudio observa que esta práctica, que por entonces ya estaba empleando Ortiz, coincidió con los preceptos de antropólogos europeos como Brosnislaw Malianoswsky y Marcel Mauss quienes sustentaban el valor de la observación participativa como decisiva para la investigación etnográfica.

Conviene el análisis de Tomé en considerar que El milagro… se incluye en un grupo de trabajos de Carpentier signados por la investigación antropológica al que pertenecen varios textos etnográficos y musicológicos publicados en revistas europeas, algunos poemas de expresión afrocubana y la novela ¡Écue-Yamba-Ó! Además, el estudio observa que El milagro… enfoca la tensiones raciales que se producen entre el antropólogo y los sujetos observados en su trabajo de campo, así como manifiesta con fidelidad la ceremonia abakuá, lo cual significaba una respuesta de Carpentier a la deformación que comúnmente eran llevadas las culturas no europeas al ballet y al cine.

El año 1927, fecha de la escritura de El milagro de Anaquillé, fue decisivo en el desarrollo ideoestético de Carpentier. Es el año en que el escritor con otros intelectuales saca a la luz el primer número de la Revista de Avance y promociona la exposición de Arte Nuevo. También en ese año sufre prisión por haber firmado un manifiesto del sindicato de trabajadores intelectuales y artistas de Cuba, ocasión en que aseguraba haber escrito en la cárcel la primera versión de su novela ¡Écue-Yamba-Ó! Asimismo, participa en la polémica sobre el meridiano cultural de América, debate que movilizó a una pléyade de intelectuales y escritores de ambos lados del Atlántico, y en el que Carpentier expresó en un artículo, entre otras cuestiones, el compromiso que a su juicio debía establecer el intelectual americano con la realidad étnica e histórica del continente. Ahora, el estudio de Lester Tomé sobre El milagro de Anaquillé profundiza sobre otros aspectos del pensamiento de Carpentier en 1927, al abordar los criterios del escritor sobre controversias socioartísticas (cine, ballet, etnología) de ese momento, así como la manera en que asimiló un grupo de recursos vanguardistas. De tal forma, el estudio de Tomé, cuya lectura recomendamos, constituye un meritorio aporte al conocimiento de la labor intelectual del joven Alejo.

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