Historia de la literatura: “El reino de este mundo”

La novela del escritor cubano Alejo Carpentier fue publicada por primera vez en 1949, la cual está ambientada durante la revolución haitiana y se enmarca en el realismo mágico.

El novelista, periodista y musicólogo cubano, Alejo Carpentier, falleció en París el 24 de abril de 1980, a los 75 años. / EFE

“¿Pero acaso una persona culta podía haberse preocupado por las salvajes creencias de gentes que adoraban una serpiente?”- Alejo Carpentier

El reino de este mundo, publicada en 1949 y escrita por el cubano Alejo Carpentier (1904-1980), es una obra maestra de la literatura latinoamericana del siglo XX. Es un paradigma de la novela de dictador, también es el germen de lo real maravilloso y constituye un referente identitario y fundacional no solo de Haití, sino de América Latina.

Aunque él mismo aseguró que había nacido en La Habana, que su padre era un arquitecto francés y su madre una pianista rusa, después de su muerte, sus biógrafos concluyeron que había nacido en Lausana (Suiza) el 26 de diciembre de 1904 en el seno de una familia muy humilde que emigró a Cuba. Fue novelista, ensayista, cronista y musicólogo. Dirigió revistas de música y literatura, estuvo preso durante la dictadura de Gerardo Machado y luego se exilió varios años en París. Más adelante vivió en Caracas, donde enseñó literatura, escribió para varios periódicos y participó en programas de radio. Regresó a Cuba después del golpe de Fidel Castro y fue cercano al régimen castrista por muchos años. En 1966 se trasladó a Francia como embajador y allí permaneció hasta su muerte, el 24 de abril de 1980.

El reino de este mundo es una novela corta que se lee en una sentada. Recrea la historia de la independencia de Haití: el reinado de Henri Christophe (1767-1820), que dialoga con Bonaparte y su corte, en una amalgama de elementos salvajes caribeños y un eurocentrismo que insiste en imponerse. Adicionalmente, es en esta novela donde aparece el famoso prólogo en el que el autor explica el concepto de “lo real maravilloso”, movimiento latinoamericano que propende por mostrar las creencias, la cultura y el comportamiento de los nativos tal como ellos entienden y perciben la realidad. En ese sentido, se trata de una prosa que describe hechos que se escapan a los preceptos racionales, pero hacen parte de la cotidianidad de quienes viven esa realidad, pero que para otros espectadores se trata de algo inverosímil, mágico, fantástico o sobrenatural.

“Lo real maravilloso se encuentra a cada paso en las vidas de hombres que inscribieron fechas en la historia del continente”. Así, el “realismo mágico”, que tanto conocemos en nuestra literatura colombiana, proviene de este concepto de Carpentier, aunque este es una es una categoría literaria, en tanto que “lo real maravilloso” es una calidad cultural e incluso antropológica, según Carpentier. Esto es, va más allá del relato, presupone una creencia que limita al grupo social: “Para empezar, la sensación de lo maravilloso presupone una fe. Los que no creen en santos no pueden curarse con milagros de santos, ni los que no son Quijotes pueden meterse, en cuerpo, alma y bienes, en el mundo de Amadís de Gaula o Tirante el Blanco” (prólogo).

Ramón Layera le asigna un espacio esencial en la historia de la literatura latinoamericana que se nutre de nacionalismo cultural: “Naturalmente, hay elementos [en la tendencia artística literaria] y matices que son atribuibles […] a la idiosincrasia cultural (entre lo cual cabe mencionar los elementos mágicos y míticos propios de las culturas americanas aborígenes o procedentes de tierras africanas, singularmente lo que Alejo Carpentier denominaría “realismo fantástico)”. (Historia de la literatura, Akal, v. 6, p. 545).

El marco general de la trama es la revolución de Haití (1791-1804). Mackandal (1730-1758), personaje histórico, es el líder revolucionario y héroe de la lucha contra el poder colonial francés. Usa unos hongos venenosos para originar una peste y desatar el caos. Lo apresan y lo condenan a muerte en la hoguera, pero la comunidad negra asegura que no muere, porque se ha convertido en diferentes animales. Además, otro personaje, que sirve como hilo conductor de la novela, Ti Noel, es esclavo de Lenormand de Mezy y narra cómo se rebelan los esclavos y cómo matan y violan a la tercera esposa de Mezy. De forma paralela, se cuenta la historia de Paulina Bonaparte (1780-1825), sobrina de Napoleón, y el negro Solimán, un masajista de la isla que le ofrece rituales para alejar los males que aquejan a la princesa. Ti Noel logra comprar su libertad y viaja al reino de Haití. Allí se percata de que el nuevo rey negro, Henri Christophe, es más sanguinario, tiránico y arbitrario que la reciente derrocada monarquía francesa.

La libertad es el eje nuclear de la novela: “¡Escuchemos en nosotros mismos la llamada de la libertad!”; hay constantes referencias a la rebelión y la violencia: “Todos los intentos de protesta habían sido acallados en sangre”. La narración está cargada de motivos y símbolos barrocos y de constantes opuestos: negros-blancos: “Ninguna tiranía de blancos ni de negros parecía amenazar su libertad”; civilización-barbarie: “Todas las jerarquías burguesas de la colonia habían caído”; amos-esclavos: “Mientras el amo se hacía rasurar, Ti Noel pudo contemplar a su gusto las cuatro cabezas de cera que adornaban el estante de la entrada”; religión cristiana-mitos africanos: “El Dios de los blancos ordena el crimen. Nuestros dioses nos piden venganza”.

En resumen, esta novela es una obra literaria sumamente poética y sutil, incluso cuando describe escenas violentas; es una fusión de hechos históricos, ficción y magia que trasluce el eterno problema sociocultural derivado de la colonización, la esclavitud y el multiculturalismo, pero también es una diatriba del abuso del poder y los regímenes tiránicos.

Tomado de El Espectador

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